miércoles, 14 de julio de 2010

El Doctor: el primer paciente

Otro relato del foro


Las puertas de la clínica se abrieron de par en par. Una enfermera atravesó el pasillo corriendo en busca del doctor, y frenó de golpe cuando casi choca con él en medio del pasillo.
El doctor se quedo mirando la enfermera esperando que recobrara el aliento por el esfuerzo que había hecho.

-Do..Doctor... su paciente ya está aquí- dijo.

En el mismo instante que decía eso, las puertas de la clínica volvieron a abrirse y entraron una mujer y una chica. La mujer avanzaba dando saltos, como si a cada paso que hacía tuviera que abarcar más distancia. En cambio la chica avanzaba a trompicones por culpa de la mujer, que la iba arrastrando por el camino.
Llegaron donde estaba el doctor y se presentaron:

-Soy la señora Lucinda Cabrera-se presentó la mujer- y está es mi hija Sofía. Teniamos una cita hoy con el doctor Manguelo.

-Si. Ya me habían informado. El caso es que el doctor Manguelo a dimitido por cuestiones de salud, y yo soy el nuevo doctor.-dijo.

-Pues no nos habían avisado... Pero no importa- dijo la madre de Sofía.

-Bien. Entonces acompañenme, que pasaremos a un lugar más tranquilo para poder hablar.

El doctor empezó a caminar sin esperar respuesta, y pronto le estuvieron siguiendo.
Llegaron a una salita con muchas puertas y les hizo pasar a su despacho.

-Bien-dijo el doctor mientras Sofía y su madre se sentaban en los cómodos sofás de su despacho- contadme la razón de su visita al doctor Manguelo para que así pueda situarme una poco.

Y ahí Lucinda Cabrera le empezó a relatar los acontecimientos que le llevaron a visitar la clínica.

Según lo que había contado Lucinda, llevaban dos meses teniendo citas con el doctor Manguelo, y durante esos dos meses el doctor no descubrió que enfermedad tenía Sofía. Dos meses de frustación por parte de la madre por no saber que le ocurría a su hija, sin tener ninguna mejoría en el tratamiento que le estuvo dando el doctor Manguelo. 
Sin duda no tenía ni idea de lo que estuvo haciendo-pensó el doctor mientras se sentaba en la silla.

Por lo que había visto en los informes médicos de la chica, los síntomas que presentaba eran muy extraños: opresión en el pecho, pero no tenía ningún órgano dañado, dificultad al respirar, mirada vidriosa y enrojecida...
Parecía más que estuviera mal emocionalmente que físicamente.
Aunque eso tendría que descubrirlo.

Lucinda y Sofía se fueron de la clínica cuando termino la entrevista que mantuvieron con el doctor. Después que el doctor le aconsejara a Sofía que descansara y estuviera tranquila, citaron otro día para la próxima visita, y el doctor les prometió que estudiaria su caso detalladamente. 
Después de aquel duro día de trabajo, bien se merecía un descansito.

Salió de su despacho y fue hacía la pequeña salita donde se reunía todo el personal.

-Cómo le ha ido el día Doctor?-le preguntó la Dra. Engel.

-Cansado debo admitir.-dijo.

-Esto no es como la clínica privada, ¿eh?-dijo con un tono un poco burlón.

-Desde luego que no...-dijo mientras se alejaba de ella.

Había una maquina de bebidas en la salita y se acercó a ella.

No le vendría nada mal un cafecito-pensó mientras se servía uno- Ummm... delicioso.-dijo en voz alta.

-Mira como se las apaña el Doctor, un café y se le acaban todas las preucupaciones- dijo un enfermero.

-Y que lo digas...-murmuró mientras seguía bebiendo. 

Se sento en una silla y continuó disfrutando de su café. Se relajo completamente. Se sentía feliz.
Y en algun momento de esa felicidad que le llenaba, se quedó dormido.

Tres semanas habían pasado desde su primer encuentro. Cada vez estaba más convencido de lo que le pasaba a Sofía. Su problema no era físico sino emocional.
Seguramente, y lo más probable, era que tuviera una depresión por alguna causa. Pero cuál? Tendría que haberiguarlo. 


Era viernes y hoy tocaba visita. Sofía estaba sentada en un banco de la sala de espera. Tenía la mirada perdida, estaba lejos de donde se encontraba físicamente.
Me preguntaba en que pensaría.

-Sofía.. Sofía.-dijo el Doctor.

Dio un salto por el susto que le dio

- - ¡¡¿Qué pasa?!!- dijo asustada.

- Tranquila solo soy yo, quiero hablar contigo- dijo.

- De acuerdo. De que quiere hablar- respondió.

- Mira. Creo que ya se que es lo que te pasa y tu también lo sabes. Así que ahora vamos a ir a hablar todos, tu, tu madre y yo, y le cuentas a Lucinda lo que realmente te pasa- dijo.

- .... De acuerdo.-dijo.



Estabamos en el despacho los tres. 
- Bien Sofía creo que tienes que contarle algo a tu Madre- dijo el Doctor.

Lucinda se la quedo mirando esperando una respuesta.

-Bueno... yo... sufro una depresión-dijo nerviosa.

Lucinda la miro sorprendida.

- ¿Y?..-dijo el Doctor para que continuara.

-E.. sufro está depresión porque estoy enamorada..-tragó saliva- me he enamorado del mono Lucky, y hemos estado saliendo estos ultimos meses.

Nos quedamos en estado de shock, sin saber como reaccionar.

-Pero.. Me dejo por otra.. y...y.. me estuvo engañando todo el tiem..po-empezó a llorar.

Era peor de lo que se había imaginado el Doctor. Que estaba enamorada, eso era creible. Pero de un mono? Esa chica tenía que ir al psiquiatra.
Lucinda seguía sin reaccionar, sin saber como tomarse lo que le había dicho su hija.

Esto tendría que solucionarse.....

Un silencio ocupaba el despacho. Solo se veía interrumpido por los sollozos de Sofía. Lucinda seguía en un estado de shock, sin poder asimilar lo que acababa de pasar.
Pero alguien la tenía que hacer reaccionar y ese fue el Doctor.

-Lucinda.. Vamos.. reacciona que no tenemos todo el día...-decía el Doctor mientras le daba unos golpecitos en la espalda- Esto es serio, y se tiene que aplicar una solución. Vamos yo te ayudaré.

Ya sea por lo que dijo el Doctor o bien porque termino por asimilarlo, Lucinda al fin reacciono.

-Vamos. Salgamos fuera y hablamos- dijo el Doctor.

Lucinda como un perrito lo siguió.

-Sientate. Veamos.. Lo que acaba de contar tu hija indudablemente te a sorprendido igual como me a pasado a mí, pero debes ser fuerte y ayudarla en todo lo que haga falta, por eso te diré lo que tienes que hacer- aconsejo el Doctor.

-De acuerdo.-susurró Lucinda.

-Bien. Lo primero tendrías que llevarla al psiquiatra para que la saque de estas fantasías de enamorarse de un mono y todo eso, para que la hagan entrar en razón. Lo segundo, tendrás que mostrarle tu apoyo en todo momento y ayudarla en lo que haga falta durante el proceso de reabilitación. Ante todo debes ser fuerte y no desmoronarte.

-SI!! Eso tengo que hacer por mi hija y ayudarla en todo momento-dijo con una mirada aprobadora – gracias Doctor por todo lo que ha hecho durante estas últimas semanas, le estaré siempre muy agradecida. Y ahora iré a poner en practica todo lo que me a aconsejado.

Dicho y hecho, Lucinda se fue en busca de su hija, y con una mirada desafiante, abandono la clínica para no volver más, en busca de un psiquiatra que ayudará a su hija.

Quien conoció a Lucinda, como el Doctor, encontrarón a una mujer decidida y confiada que aunque tuviera cualquier dificultad en su vida o alguien muy próximo a ella, se lo tomaba todo como un reto, como algo por lo que seguir luchando.

2 comentarios:

  1. enamorada de un mono?????????? =)

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  2. MUY BUENO!
    Oie tengo problemas con el c-box no me deja comentar u.u
    Solo pasaba a saludar porque no habia visitado el blog porque etsaba en la playa sin internet pero ya volvi :)
    Eso
    Que tengas bonita semana

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