Sentí la necesidad de salir corriendo de allí. Alejarme lo suficiente para no volver a sucumbir a la tentación de su sangre. El cálido fluido continuaba goteando de su cuello. Me quedé hipnotizada mirando como una gota resbalaba y manchaba su camisa. Ansiaba saborearlo, beber hasta saciarme y deleitarme en el placer de su sangre.
Pero no, eso no podía hacerlo. Mi parte animal me cegaba y no me dejaba ver lo evidente: él no era comida. Yo lo amaba, y nunca le haría daño. No, nunca lo haría. Pero tenía miedo. Miedo de perder el control y que mis instintos me dominarán por completo. Pero no iba a dejar que eso pasará. No iba a convertidlo en un monstruo como yo, antes me mataría. Me había sumido tanto en mis pensamientos que no me había dado cuenta que se había movido y ahora estaba frente a mí. Un hálito del dulce aroma me arremetió, y rápidamente intente sofocarlo tapándome la nariz. Se acercó más. Ahora su cuerpo estaba pegado el mío y su cara estaba a centímetros de la mía. Su mirada estaba fija en la mía. No podía separar la vista, y entre pestañeó y pestañeó, cada vez más me fundía con su mirada. Una mirada hipnotizante. Una mirada que lo decía todo. Estaba tan aturdida, que no me había dado cuenta que mi mano estaba siendo sujetada y llevada a su cuello, hacia la bebida prohibida. Mi mano quedó empapada del denso liquido. Mis sentidos se desorbitaron. No solo quería tocarlo. Quería saciar mi sed, beber de él sin dejar ni una gota. Mis instintos terminaron por dominarme, y ni una pizca de razón quedó en mi ser. Ahora era la bestia. La bestia que se escondía detrás de esa frágil apariencia. Mis manos pronto se aferraron a su cuello, y lo acercaron para poder beber mejor. El cálido fluido fluyo por mis venas, haciéndome sentir verdaderamente viva. Ansiaba más, y empecé a sorber desesperadamente. Peor yo quería más mucho más. Mordí su cuello, la carne era blanda y suave. Y él no paraba de gritar y gritar de dolor. Y entonces en uno de esos gritos, la razón volvió a mi, y me percaté de lo que estaba haciendo. Pero ya era demasiado tarde, su cabeza colgaba y goteaba sangre por todas partes. Y su rostro era de puro terror...
Desperté jadeando y llena en sudor. Mi corazón palpitaba a cien por hora y no paraba de temblar. Todo había sido un maldito sueño. Una maldita pesadilla. Pero había sido tan real e intensa que me estremecí con tan solo recordarlo. Me levanté y me dirigí al baño. Pero antes de llegar me pare en seco. Un suave goteo se oía de fondo. Cambié el rumbo de mi dirección y me dirigí hacia el lugar de donde provenía el sonido. Era continuo e intenso. Como pequeños golpes dados en una mesa con los dedos. Llegué al salón, el lugar de donde provenía el golpeteó y, entonces me estremecí, el escenario de mi sueño.
Fui avanzando cautelosamente a través del sin fin de muebles de la sala. Y entonces lo vi. Tendido al suelo con la misma cara de terror que en el sueño. Y un charco de sangre fresca a su alrededor. Un dolor atravesó mi corazón al verlo. Era un monstruo. Un maldito monstruo. Había matado a la persona que más quería. Lagrimas amargas empezaron a rodar por mis mejillas. De pronto se oyó una risilla. Levante la vista y clave mi mirada en el espejo que tenía delante. Mi reflejo maligno se burlaba de mi.
La furia me invadió y golpee contra el cristal, haciendo pedacitos de él. Una ultima risita se oyó, y luego todo fue silencio.
Lo único que se oía en aquella habitación eran los sollozos amargos que emitía. Nada más. Nunca más.
Ooohmdd!!!esta hermosa dios mio como me encantoo
ResponderEliminarPuess md habia gustado mucho la otra perp igual voy a esperar por la otra
Ub beso
que bien que te haya gustado!!
ResponderEliminarSobre la otra, bueno tardaré bastante. Entre exámenes, trabajos, falta de tiempo, y ahora tira para allá y tira para aquí, terminas sin aliento y por supuesto sin inspiración. De verdad, creo que voy a morir de tanto estudiar.
Bueno ya pondré la historia cuando este^^.