PRÓLOGO
Sigo con vida. Los otros ya hace mucho tiempo que se fueron, porque todos y cada uno de ellos han perecido bajo sus manos. Porque la triste realidad es esta.
No recuerdo cuándo fue la última vez que oí una voz humana, cuándo sentí el calor corporal de otro ser a mí alrededor, la sensación del suave tacto de unas manos acariciándome, o hasta incluso el dulce tintineo de una risa. Esos recuerdos y sensaciones de una vida lejana en la que era feliz. En la que todos nosotros vivíamos.
Quizás sea la última, pero aún mantengo la esperanza de encontrar a alguien en este lugar inhóspito.